miércoles, julio 19, 2006

La Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa

Un libro sobre el cual volveremos, la Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa, de Beda el Venerable, registra la conversión de Edwin, rey de Nortumbria, a principios del siglo VII.
Bonifacio, Siervo de los Siervos de Dios, ya había enviado a la reina una afectuosa carta, un espejo de plata y un peine de marfil; luego envió al rey un misionero para que éste le enseñara la nueva fe. Edwin reunió a los principales hombres del reino y les pidió consejo. El primero en hablar fué el sumo sacerdote pagano, Coifi. Dijo este dignatario:
"Oh rey, ninguno entre tus hombres ha sido más diligente que yo en el culto de
nuestros dioses y, sin embargo, hay muchos a quienes tú favoreces más y cuyas
empresas son más prósperas. Si los dioses sirvieran para algo, me habrían
beneficiado más bien a mí, que puse tanto empeño en servirlos. Por consiguiente,
si estas nuevas doctrinas pueden resultar más eficaces, conviene recibirlas sin
demora."

Otro de los consejeros dijo:
"El hombre es semejante a la golondrina, que en una noche nevada y lluviosa
atraviesa esta sala llena de calor y luz, pasando de la noche a la noche. Así el
hombre es visible por un momento, pero no sabemos qué ocurrió antes ni qué
vendrá después. Si esta nueva doctrina nos enseña algo, debemos escucharla."

Todos aprobaron sus palabras y Coifi pidió al rey que le diera su caballo y sus armas. A los sacerdotes les estaba vedado usar armas y sólo podían montar en yegua; Coifi empuñó una lanza y entró a caballo en el santuario de sus antiguos dioses. Lo profanó, arrojó entre los ídolos la lanza y prendió fuego al templo.
"Así -escribe Beda- el sumo sacerdote, inspirado por el Dios verdadero, profanó
y quemó las imágenes que él mismo había adorado."

Creemos que Beda se equivoca en la interpretación de este dramático episodio; Coifi, antes y después de su conversión, fué el mismo bárbaro impulsivo o quizá el mismo frío calculador.