El intrincado juego de metáforas en la poesía de los escaldos da, por contraste, un valor patético a los pocos versos sencillos que interrumpen la complejidad del contexto. Cuando Egil Skalagrímsson nos dice: "El túmulo de gloria que he levantado durará para siempre en el reino de la poesía", sus palabras parecen casi directas y conmueven singularmente. Lo mismo ocurre con esta exclamación de Kormak, perdida entre las kenningar habituales: "Las piedras nadarán y el mar ocultará las montañas, antes que nazca una mujer tan bella como Steingerd".

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